EL
HABÍA DE RESUCITAR DE ENTRE LOS MUERTOS
1° LECTURA: Hch.
10, 34ª. 37-43: Hemos comido y bebido con él después de su resurrección.
SALMO: Sal.
117: Este es el día en que actuó el Señor: Sea nuestra alegría y nuestro gozo.
2°
LECTURA:
Col. 3, 1-4: Busquen los bienes de allá, arriba donde está Cristo.
EVANGELIO: Jn 20, 1-9: El había de
resucitar de entre los muertos
María hace una constatación en el sepulcro y
comunica su interpretación a dos discípulos (vs, 1-2). Los dos discípulos
inspeccionan por separado el sepulcro, llegando a conclusiones distintas (vs,
3-8). Comentario del evangelista explicando el presupuesto desde el que se
había llevado a cabo la inspección (v. 9). Isaías
26, 19-21 nos dice: "¡Vivirán tus muertos, tus cadáveres se alzarán, despertarán
jubilosos los que habitan en el polvo! Porque tu rocío es rocío de luz y la
tierra de las sombras parirá. Anda, pueblo mío, entra en los aposentos y cierra
la puerta por dentro: escóndete un breve instante mientras pasa la cólera.
Porque el Señor va a salir de su morada para castigar la culpa de los
habitantes de la tierra: la tierra descubrirá la sangre derramada y no ocultará
más a sus muertos".
Demos sentido del texto. María va al sepulcro
poseída por la falsa concepción de la muerte; cree que la muerte ha triunfado;
busca a Jesús como un cadáver. Su reacción, al llegar, es de alarma y va a
avisar a Simón Pedro (símbolo de la autoridad) y al discípulo a quien quería
Jesús (símbolo de la comunidad). Las dos veces que hasta ahora han aparecido juntos
ambos (cfr. Jn. 13, 23-25; 18, 15-18), el autor ha establecido una oposición
entre ellos dando la ventaja al segundo. Es lo mismo que vuelve a hacer en este
relato y que volverá a hacer en 21, 7. El discípulo amado llega antes (v. 4) y
cree (v. 8); Pedro, en cambio, llega más tarde (v. 6) y de él no dice que
creyera. Correr más de prisa es imagen plástica para significar tener
experiencia del amor de Jesús.
Pedro no concibe aún la muerte como muestra de amor
y fuente de vida. En el atrio del sumo sacerdote había fracasado en su
seguimiento de Jesús (cfr. Jn. 18, 17. 25-27); el otro discípulo, en cambio,
siguió a Jesús (cfr. Jn. 19, 26). De esta manera, puede ahora marcar el camino
a la autoridad en la tarea, común a ambas, de discernir a Jesús y encontrarse
con él; corriendo tras la comunidad es como podrá la autoridad alcanzar su
meta. Ambas, autoridad (Pedro) y la comunidad (discípulo amado) habían partido
de la misma no-inteligencia, de la misma obscuridad, del mismo sepulcro. Ni
Pedro ni el otro discípulo habían entendido, cuando partieron, el texto de Is.
26, 19-21. Pero el otro discípulo, al ver, creyó, captó el sentido del texto:
la muerte física no podía interrumpir la vida de Jesús, cuyo amor hasta el
final ha manifestado la fuerza de Dios.
Otros tantos presentimientos de lo posible, de un
insospechado orden de las cosas. Un sepulcro abierto y unas vendas, una mujer y
dos hombres para interpretar... Todo es ordinario y cotidiano, pero todo tiene
valor de signo. "Vio y creyó"
Pbro. Roland Vicente Castro
Juárez